Los tΓ©rminos de aquel testamento la ataban a un griego rico e irritantemente arrogante que, por si eso fuera poco, le habΓa partido el corazΓ³n AΓ±os despuΓ©s de abandonar a Helena, Oscar Theotokis reapareciΓ³ con sus ojos negros y su sonrisa arrebatadora, desafiando su determinaciΓ³n de no volver a caer bajo sus encantos. Pero Oscar no habΓa podido borrar a la preciosa inglesa de sus pensamientos. Y se habΓa prometido que, si alguna vez se casaba, no serΓa por sentido de la responsabilidad, sino por simple y puro deseo.